PRESENTACIÓN:
¿Qué plan tienes
para el domingo? ¿Sofá, tele, siesta escuchando el Carrusel Deportivo, pensar
en el lunes…?
¡¡¡NOSOTROS TENEMOS OTRA ALTERNATIVA!!!:
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Fotografía de grupo, el Duero de fondo |
Si te gusta el arte: Te enseñaremos
castros prerromanos, verracos, estelas romanas, iglesias barrocas, una catedral,
un fuerte que vigila Portugal…
Si te gusta la arquitectura popular:
Cuadras, viviendas, cortinas que cierran propiedades, puentecillos, molinos,
chiviteras…
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Chiviteras de Torregamones |
Si te gusta la gastronomía: Comeremos
en Portugal, no hay más que decir… bueno, sí, ¿sabes qué es la posta?
Si te gusta la diversión: Tienes charla
y risas aseguradas.
Si te gusta la Naturaleza: Caminaremos
por las Arribes zamoranas, veremos los cañones más verticales, los regatillos
llenos de flores, las praderas verdes…
Si te gusta el senderismo: Realizaremos
una ruta de unos 18 klómetros, sin apenas desniveles.
Si algo de esto te apetece: puedes
apuntarte contestando a este correo, que aún quedan (pocas) plazas libres.
CRÓNICA
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Villardiegua, estela romana y pequeño verraco Vetón |
Con precisión casi suiza, fuimos
cumpliendo nuestros compromisos. Frente al autobús y antes de tomar el perceptivo café de inicio de
jornada, Villardiegua nos recibió con sus mejores galas histórico-artísticas:
una estela romana sobre un pequeño verraco. Un poco más lejos, junto a su iglesia, una magnífica
pieza de un gran verraco también de origen Vetón, aquí llamado La Mula. Tanta
importancia debieron tener éstos en
nuestro pasado, que el nombre de la población está claramente asociado a él. Otra
curiosidad arqueológica, es la piedra de forma fálica que se encuentra
empotrada en una cortina, frente a la cabecera de la iglesia, y que se la asocia a ritos reproductivos. Todo
este legado se ha ido trasladando desde el cerro de Peña Redonda o de San
Amede, al que íbamos a visitar más tarde, un asentamiento celtíbero, precedente
del pueblo actual.
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Típico camino sayagués |
Después del café y la tortilla,
nos dirigimos hacia el padre Duero. Curiosamente toda la comarca está cerca de
él, pero son contadas las poblaciones que se asoman a sus precipicios. Si lo
pensamos bien, es lógico, mejor posicionarse en medio de la tierra a cultivar,
que arrinconarse junto a unos farallones donde únicamente las cabras son
capaces de arrancarles algún rendimiento. Incluso su agua: demasiado lejana
para saciar la sed y con un caudal
descomunalmente variable, como para poder aprovechar su fuerza… hasta la aparición de
los grandes embalses. Curiosamente fueron las pequeñas riberas las que cumplieron
esa función y sus aguas fueron aprovechadas al máximo, construyendo ingeniosos
y estéticos rosarios de molinos en las zonas de más pendiente, justo antes de
que las aguas se fundiesen con las del Duero. En nuestro caminar, pudimos ver y
disfrutar dos, la del Arroyo del Pontón y las del Fenoya
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Senderista (Alberto) al borde del Despeñadero de la Siniestra |
Es curioso cómo la zona
salmantina de Las Arribes se está explotando su potencial turístico, mientras
que por el contrario, la ribera zamorana, está mucho menos promocionada y
conocida. Y como pudimos comprobar, atractivos tiene: el Despeñadero de la Siniestra,
es sin duda, el tramo de río más angosto, aprisionado además por unas paredes
prácticamente verticales. Hasta él llega el río, aún libre del encarcelamiento
que le infringen el escalonamiento de embalses que se construyeron en el siglo
pasado. Éstos tuvieron una función secundaria, pero fundamental para la zona:
la de comunicar ambas orillas. Aguas abajo de Zamora, únicamente el puente
metálico de Requejo cumpía esa fución. Esta carencia se subsanaba con barcas o
con tirolinas. Junto a San Amede se encuentra el Paso de las Estacas, que
recuerda esa práctica, ligada al contrabando. Vado o barca, es lo que debió de
haber bajo la ciudad de Miranda do Douro, ya que del lado español, se construyó
lo que hoy son las ruinas del Fuerte de los Franceses o Nuevo, para controlar
ese paso e incomodar con su siniestra silueta a los vecinos portugueses.
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Sé Catedral de Miranda |
Hoy somos muchos los que pasamos
el “barragem” de Miranda para saborear la cocina portuguesa.
Nosotros hicimos otro tanto: tomamos la calzada Mirandesa, nuestro autobús nos
facilitó y de qué manera, la subida a Miranda y nos deleitamos con el bacalao,
la posta y sus postres. Después de saciar tanta sed con buen agua, cerveza,
vinito de la tierra, champán y algún chupito que otro, la vuelta a Salamanca
resultó de lo más melódico y divertido… no sé si pensará lo mismo el pobre
José, el conductor. No le preguntaremos por si acaso…
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Posta mirandesa. |
Si quieres ver las fotografías que de la jornada hizo
Alberto
Se me pasó avisar que las 4 últimas fotos no son mías, son de Dori, que tiene otro punto de vista.
ResponderEliminarTodavía no tengo un dron para hacer los selfies, pero estoy en ello.
Alberto.
Bueno, droneees. Las cámaras también tienen disparo automático... pero mejor lo hace Dori.
EliminarSaludos, Eduardo
Enhorabuena, Inés y Eduardo por lo bien que os salen vuestras rutas. Claro, que también os lo curráis. Enhorabuena también para los que podéis disfrutar con ellos.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Fernando García.
Gracias por tus halagos, a ver si te animas a venir y lo vives en propia persona.
EliminarSaludos, Inés y Eduardo.
¡Cómo huele la posta!¡Vaya pinta!¡Cómo os lo pasáis! ¡A la próxima me apunto!
ResponderEliminarMaría R F
¿A la próxima caminata o a la próxima gastrorruta? Te esparamos.
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