lunes, 25 de abril de 2016

TIERRA DE FRONTERA


Domingo 24 de abril. De Puerto Seguro a Sobradillo



EL ABADENGO

A caballo
Al fondo, charca en primavera
En el oeste salmantino, los ríos Águeda, Duero y Huebra, delimitan la comarca del Abadengo, formada por  doce términos municipales, siendo su "capital" o centro de servicios Lumbrales.
Hasta el año 1311 estas tierras estaban bajo dominio del Abad de los Templarios y a él deben su denominación. La disolución de la Orden privó a los monjes soldados de sus bienes, pasando definitivamente a manos de la corona. 
Tierras de frontera, sufrieron en primera persona los desastres de todas las contiendas hispano-portuguesas, pasando a depender de un bando u otro, dependiendo del vencedor y siendo común su saqueo.




El Águeda y el Puente de los Franceses. Detrás la Torrita.



PRESENTACIÓN

Partiremos de Puerto seguro, hasta 1916 Barba de Puerco, camino de la vecina población de San Felices de los Gallegos; nos separan 7 kilómetros a pie, pero a sus modernos y mecanizados habitantes, 47 por la carretera. La culpa de este despropósito la tiene el Águeda y su ímpetu por llegar al Duero, donde entrega sus aguas. Su cuenca, pese a no ser muy extensa, se nutre de las cumbres de la Sierra de Gata, una de las zonas con unos índices pluviométricos más elevados de la península, pero sus precipitaciones se concentran en pocas jornadas lluviosas, por lo que sus avenidas son tremendas. Hoy ya lo hemos domesticado, tras la construcción del embalse de Irueña en su tramo medio, sacrificando para siempre, los irrepetibles bosques de sus riberas.
Primavera adelantada en el Cañón
San Felices de los Gallegos, población protegida bajo su prestigiosa condición de Conjunto Histórico-Artístico, fue fundada allá por el 688 por dependientes del obispo de Oporto, Don Félix, a quien le debe el topónimo. Y de los Gallegos, en recuerdo de las gentes que repoblaron estas tierras, venidas de Gallaecia, así conocidos los territorios al norte del Duero.
Nuestra intención es realizar una visita a su interesante casco urbano y subir a la esbelta Torre del Homenaje del castillo que mandó construir en 1296 el rey portugués Dionisio I
Tanta relación portuguesa, nos da la clave de por qué la construcción del monumental Puente de los Franceses.
La Torrita dentro del cañón del Águeda
Castillo de San Felices de los Gallegos
Baluarte del S XVIII reconvertido en instalación agrícola tradicional.
Acostumbrados a la planicie meseteña, pasearemos entre almendros, olivos y viñedos, llegando al interesante caserío de Ahigal de los Aceiteros. Su nombre nos habla de higueras y sobre todo del oro de los campos que se extrae de la oliva. De ello saben los lagares del Mudo en San Felices o las ruinas, en rehabilitación, que hay en Ahigal.
En Sobradillo nos da la bienvenida las tristes ruinas del convento de Santa Marina de La Seca, hermano del de La Verde, en Aldeadávila. Los dos regentados hasta la Desamortización por franciscanos, su apelativo hace referencia al entorno en el que se ubican:

uno en campos de secano y el otro en lo más profundo y frondoso cañón del Duero. 

Sobradillo, topónimo con fuertes raíces galaico-leonesas, pues parece ser que proviene de alguna población de la treintena que llevan el nombre de Sobrado que existen en Galicia. Detalles de su arquitectura tradicional, sus cruceros, puentes… nos trasmiten saudades del norte.



 CRÓNICA

A Marofa en tierras portuguesas y las ruinas de La Seca
Hay rutas que para que gusten, hay que currárselas: llamas por teléfono a alcaldes, bares, almazaras... las adornas saliendo del recorrido a ver una ermita o una necrópolis...  la haces coincidir con unos carnavales o vas a comer a un restaurante de los que nunca defraudan... nada de esto fue necesario el domingo; bueno, alguna llamadita, sí, que luego los pobres mesoneros les da algo cuando les va una marabunta urbanita estresada pidiendo como loc@s cafés a diestro y siniestro. La Naturaleza nos había engalanado todo nuestro recorrido; con un Águeda bravo, que daba gusto escucharle rugir; un campo amarillo, no dorado veraniego, sino verde estampado de millones de florecillas amarillas; hasta las cunetas de las carreteras daba gusto verlas. Exquisita sensibilidad. El día no le fue a la zaga y estaba limpio, brillante, como el sol, con un cielo coloreado a su vez de estéticas nubecillas cual corderillos que corrían tras de la ubre de su madre. Día que nos permitió contemplar vistas infinitas en una tierra llana, donde no hay alturas para obtenerlas, pero así y todo, pudimos ver al padre Xálama, la dama de Francia y vestida de blanco, la bejarana. Todos vigilados por la vecina portuguesa, la seria e inquietante a Marofa.
Interior de la iglesia de Ahigal de los Aceiteros
Aunque parezca mentira, hasta el Hombre quiso embellecernos la ruta y mira tú qué fabuloso puente colocaron allá abajo, en el lugar más bello del poderoso río "farinato". Tan satisfechos están los habitantes de San Felices de su pueblo, que dejan subir a su torre más alta, para que podamos admirar lo bonitos que tienen sus tejados.
Muy curioso el caso de Ahigal de los Aceiteros, donde almorzamos en el mejor comedor del pueblo: su Plaza Mayor, con sus macetas, su Ayuntamiento, su iglesia. Por cierto, que nos la abrieron no para que admirásemos su precioso retablo barroco, sino para poder utilizar sus lavabos, que hay cosas que precisan intimidad. ¡Vaya lujo!.
Y por último, Sobradillo. Allí íbamos a comprar queso en el bar donde normalmente se adquiere. Pero no, nos tuvieron que abrir la gran Quesería, como en los grandes acontecimientos... Y es que todo estaba impecable.

Entrando a Sobradillo


Podéis ver la mirada de Alberto,

Las fotografías de Paco

Y las de Eduardo


En lo alto de la torre de San Felices











9 comentarios:

  1. Muchas gracias. Ayer fue un día muy agradable por la marcha y la compañía.
    Un saludo

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  2. Magnífica ruta y magnífico día, me alegra que hayas retomado el control del tiempo, últimamente era un sindiós.
    Saludos

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  3. Gracias por la excursión de ayer.
    Ludi

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  4. Jeje tamos en el bus... qué bien nos lo hemos pasado...

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  5. Maravillosa jornada... gracias a todos...
    Inés y Eduardo... gracias especiales, os lo curráis con mucho cariño, en los tiempos que vivimos, es de admirar y agradecer.

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  6. Gracias, Vicente, tú siempre tan cumplido.

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  7. Gracias Eduardo e Inés por vuestra generosidad, por los buenos días que nos hacéis pasar. No escatimáis esfuerzos.
    ¡Buen verano!
    Pepita y Miguel

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    1. Gracias por vuestras palabras, pero es gracias a vosotros, que venís y que sabéis apreciar y disfrutar de lo que os enseñamos, los que hacéis posible este grupo.

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