lunes, 15 de octubre de 2018

ENTRE ALGODONES




Domingo 28 de octubre de 2018

EL HAYEDO DE CIÑERA 


Pues sin haberlo preparado, el domingo pasado tuvimos una estupenda lección de Meteorología con la llegada del huracán Leslie, así como de estrategia casi militar para conseguir evitarlo, realizando una maniobra de última hora y en lugar de exponernos a su furia en las alturas, buscamos el refugio de los valles de El Barco de Ávila-Piedrahita, donde disfrutamos de una sorprendente calma chicha.

Para la próxima salida con DeBotas, tendremos una clase de Geología y Botánica.
Queremos ver el otoño en los hayedos. El problema es que en nuestro entorno sólo tenemos un haya solitaria, la de La Herguijuela. Para encontrar un hayedo con empaque, nos desplazaremos hasta Ciñera, en león.



Habrá quien piense ¡qué lejos! les contestaríamos ¿cuántos kilómetros se hacen en un día para ver una final del equipo (futbol, baloncesto...) favorito? ¿Y ese domingo loco y caluroso que nos hacemos una escapada hasta una playita? Pues para nosotros, un paseo por el declarado "mejor bosque de España" el Faedo de Ciñera, también merece la pena el esfuerzo.

Sospechamos que ese pomposo galardón no lo debió de recibir por su belleza, que la tiene y a borbotones, más bien por haber sido salvado de la vorágine minera, que a punto estuvo de engullirlo una tremenda mina a cielo abierto y fue la protesta y mimo de sus vecinos los que lograron evitar la tragedia.


Resumiendo: 

El domingo 28 nos acercaremos hasta Ciñera, en León, realizando una ruta senderista de 12 kilómetros hasta  Valporquero, con 490 metros de subida acumulada y 233 de descenso. 
Sí os advertimos que tendremos un pequeño tramo de unos 300 metros muy empinados en los que hay que utilizar las manos para progresar, camino que todos los días (ida y vuelta) tenían que hacer los mineros del Pozo Ibarra para llegar al tajo desde sus casas de Villar del Puerto.
En el viaje de vuelta realizaríamos un paseo de un kilómetro por carretera para atravesar a pie el cañón de Vegacervera, donde las aguas del río Torío han excavado un paso en la montaña de 500 metros de profundidad... cosas de la caliza.

Sobre la cueva de Valporquero, no os aseguramos que la podamos visitar, ya que el horario del conductor es muy estricto, ya os informaremos el lunes. 

Siempre nos gusta enviaros fotografías para que os hagáis una idea de qué veremos. En este caso nos gustaría que os dejarais sorprender por la Naturaleza.

Si podéis acompañarnos, debéis esperar al martes 23 para mandarnos un correo con vuestro deseo a partir de las 16:00 horas.  

El próximo lunes os enviaremos un recordatorio.

Saludos, equipo de DeBotas



Ciñera
Pueblo minero de edificios humildes y relativamente modernos, Ciñera cuenta con 800 habitantes. Está enclavado a orillas del Bernesga y pertenece al municipio de La Pola de Gordón.

Faedo de Ciñera
Hemos venido hasta aquí para visitar el pequeño Faedo de Ciñera. Bosque donde predominan las hayas centenarias de hasta 30 metros de altura. Tiene un estado de conservación excelente aunque es muy frágil, por ello os pedimos que no os salgáis de la senda entarimada, ni decir tiene que tampoco debemos subirnos a ningún haya. Es en otoño cuando este frondoso y enigmático hayedo adquiere su mayor belleza y colorido.
El hayedo fue declarado en 2007 el "Bosque mejor cuidado de España", por el Ministerio de Medio Ambiente y la O.N.G "Bosques sin fronteras".
En el corazón del bosque, atravesado por el Arroyo del Villar, descubrimos una de las hayas más antiguas, denominada 'Fagus', con una edad estimada de 500 años y más de 6 metros de perímetro en la base. Fagus está catalogada como uno de los 100 árboles más singulares de España.
Al final del hayedo, la frondosidad de la vegetación deja paso al roquedal, la ruta se complica, siendo necesario apoyarse para avanzar. Se trata de las Hoces del Villar, un estrecho desfiladero que comunica Ciñera con el pueblo de Villar del Puerto, utilizado antiguamente por los mineros para bajar a las minas del Pozo Ibarra, mina cerrada en 1966 y hoy totalmente abandonado, pero considerado como una joya del patrimonio industrial ha sido catalogado como Bien de Interés Cultual.

El haya es un árbol caducifolio, de corteza lisa, de un gris blanquecino. Las hojas son ovaladas, en cuyos bordes aparece una especie de pelos muy característicos y están dispuestas para absorber la máxima luz posible, lo que impide el crecimiento de otras especies bajo su copa. El haya necesita suelos frescos (generalmente orientados al norte) y fértiles, siendo en los suelos calcáreos donde crecen los hayedos más frondosos.

La caliza es la roca predominante en la zona. A veces se presenta en láminas o flysh al estar formada por sedimentos almacenados en el fondo de antiguos mares. Se caracteriza por ser muy dura y resistente, pero que en contacto con el agua se disuelve, dando lugar en la Naturaleza a la formación de profundos cañones, y laberínticas oquedades.

 La Cueva de Valporquero se abrió al público el 1966. Se encuentra bajo una enorme dolina en la que penetran las aguas del Arroyo Gocillo, que disuelven la caliza y han formado un laberinto de túneles superpuestos, por los que el agua desciende en magníficas cascadas volviendo al exterior en las Hoces de Vegacervera.


 LEYENDA DE LA BRUJA HAEDA

Vamos a cercarnos a conocer un pequeño hayedo de la Montaña Leonesa: el Faedo de Ciñera de Gordón. Pequeño en extensión pero vibrante de colores cuando las hayas comienzan a cambiar sus hojas, cuenta con el añadido de una hermosa leyenda que encantará a los más pequeños: la Bruja Haeda y cómo surgió el carbón y que, más o menos, dice así:

Una vez me contó un abuelo, que hace muchos, muchos años, antes de que hubiera casas en el  valle, cuando aún los hombres vivían al aire libre y los inviernos eran crudos y muy largos. Vivía en el Faedo una bruja llamada Haeda. Tenía poderes sobrenaturales. Dicen que se los había otorgado el demonio pero éste le advirtió: “Debes usarlos para hacer el mal, pues si haces el bien con ellos te consumirás y en tres días desaparecerás”. La bruja Haeda se frotó las manos y se preparó para hacer todo el daño que pudiera.
Entre La Vid y Santa Lucía vivía una familia: la madre, María, el padre, Miguel, y nueve hijos pequeños. Por el verano sembraban patatas, fréjoles y lechugas, pues se daban muy bien y alimentaban a sus hijos pequeños. Pero cuando llegaba el invierno las cosas se ponían difíciles y no tenían dónde refugiarse. Por la noche subían a la cueva de los Infantes y allí se guarecían de la nieve y las heladas. Pero un día nevó y nevó. El viento soplaba la ladera de la montaña y estaba helada. Y por más que María y Miguel empujaban a sus hijos no conseguían llegar a la cueva mientras los niños resbalaban y volvían a caer.
Haeda estaba sentada en Berciegos, (bien es sabido que las brujas no tienen frío) y sintió escozor en el pecho al ver aquellos padres que no podían resguardar a los niños del frío. Usando sus poderes, arrancó un montón de piedras de las montañas y les prendió fuego. Se pusieron rojas y chispeantes dando un calor agradable pero lo más milagroso es que duraron prendidas toda la noche. María y Miguel colocaron a sus hijos alrededor y durmieron toda la noche calentitos.
A la mañana siguiente había un gran montón de cenizas, ellos no se explicaban lo que había pasado. Aquel día siguió nevando, en el puerto había niebla, y el frío era insoportable. Haeda pensó que aunque les ayudara otro día aún le quedarían poderes, así que volvió a arrancar piedras de las montañas y las prendió, haciendo de nuevo una gran hoguera. Pasaron la noche calientes. Por la mañana vieron mucha ceniza que guardaba brasas en sus entrañas, así que metieron patatas para que se asaran y los niños las comieran tiernecitas.
Haeda se miró en el arroyo y se vio envejecida y cansada. Estaba agotada. Pero también estaba dispuesta a ayudarles un día más. Aun así pensaba que aunque fuera a costa de su vida no sería suficiente, dado que el invierno en estas tierras es largo y no podrían resistirlo.
Meditó y meditó la bruja buena y juntando las fuerzas que le quedaban hizo que todas las montañas del valle se llenaran de piedras que prendieran y dieran calor.
Vinieron muchas familias y fundaron un pueblo sobre aquellas cenizas. Y le llamaron Ciñera. Desde entonces ningún niño pasó frío por las noches. Haeda así lo quiso.
Dice el viejo que la bruja buena se fue a morir al Faedo y dejó mechones de pelo blanco entre las hayas. Ahora los niños de Ciñera van al Faedo de merienda y, sin saberlo, juegan y ríen bajo la protección de Haeda, que vela para que no nos falte nunca el carbón.


Extraído del blog “Siempre de Paso” de Javier Prieto Gallego

CRÓNICA DE UNA MALA TARDE DE SÁBADO

Las previsiones meteorológicas y los anuncios de los informativos, hacían prever lo peor. La tarde del sábado, entre las noticias, las bajas de algun@s participantes y los wassap, hicieron que pasásemos unas horas muy tensas, buscando alternativas en latitudes más benévolas, incluso pensamos en cambiar nuestro destino e ir a Extremadura... tras largas horas de zozobra, tomamos una decisión: iríamos hacia Ciñera e iríamos improvisando sobre la marcha. Se nos habría un abanico de posibilidades, desde el ir solamente a visitar León cuidad, hasta realizar la ruta tal cual la habíamos concebido. Teníamos a nuestro favor que nuestra ciudad y León están comunicadas con cuidadas autovías, por lo que la opción turística la teníamos prácticamente asegurada. Por otro lado, Ciñera está en la misma N-630 en la subida al puerto de Pajares, que malo sería que no la mantuviesen abierta, aunque las noticias eran de que Pajares estaba cerrado a autobuses en Villamanín de la Tercia, a tan sólo 6 kilómetros después de Ciñera. Si conseguíamos llegar, visitar el hayedo sería sencillo, pues se llega prácticamente hasta él por amplio camino sin desniveles. Además teníamos la opción de visitar las antiguas minas del Pozo Ibarra, declaradas Bien de Interés Cultural... ya teníamos otro atractivo. Así, si podíamos ver el Faedo, ya merecía la pena el viaje.
Un punto crítico son la Hoces del Villar, estrecho pasadizo rocoso que nos separa del pueblo de Villar del Puerto. Allí daríamos la opción de volver a Ciñera a quien tuviese recelo por las alturas y los lugares complicados. Si veíamos el camino transitable, llegaríamos hasta Villar y allí decidiríamos si llegar a Valporquero o volver por la tranquila carretera hasta La Vid y terminar la jornada al calor de los numerosos bares de Ciñera. Ésta fue la opción que tuvimos que tomar, pues una llamada a Las Cuevas de Valporquero, nos informó de la imposibilidad de subir hasta allí a los autobuses debido a la cantidad de nieve que había en la carretera de acceso.
En el viaje de vuelta, algo más de una horita para visitar León, mirar con buenos ojos a la Pulchra Leonina, (la Catedral) o tomar un café o poder ver el clásico, que con nosotr@s también vienen futboler@s, nadie es perfecto...
¿Buen plan, no?

CRÓNICA VISUAL

El domingo esto era lo que íbamos a ver...


















Y nos encontramos con esto. Fue como ir entre algodones...







































En todo momento estuvimos pendientes del estado de la carretera.
Pocos kilómetros más arriba, el puerto de Pajares estaba cerrado a autobuses...
Desde el autobús, una maravilla
Imagen de Belén navideño.
El desayuno nunca falta.
Nuestro "café sorpresa". Damos libertad para que nos agasajen.
Otoño-invierno.
Ciñera nos da la bienvenida
Aunque estuvo nevando todo el día, la nieve no nos mojaba.
Colores
Romántico cementerio de Ciñera.
Detrás el Faedo, hayedo en lengua leonesa.
Caminar era un placer, la nieve no resbalaba, ni había demasiados charcos...
Incluso lució el sol.
Para llegar al Faedo prácticamente no hay desniveles.

Pequeña capilla realizada con ingeniería y útiles mineros.
En estas vagonetas bajaban al tajo hasta 8 mineros.
Quien no estuvo allí no sabe cómo disfrutamos.
Castillete del pozo Ibarra, joya del patrimonio industrial,
 declarado Bien de Interés Cultural.
Detrás los estériles de la inmensa mina a cielo abierto que a punto estuvo de engullir el Faedo.
Vista aérea de la mina a cielo abierto de Ciñera.
Restos del expolio de la maquinaria de la mina.
Junta y Ayuntamiento miran hacia otro lado.
Elegancia práctica.

Volvemos al valle de Ciñera.

Valle y camino se estrechan
Una pasarela nos permite avanzar sobre el arroyo.
Todo el color del otoño está oculto bajo el blanco de la nieve.
De postal. Para recordar.
Arroyo de Ciñera
¡A bolazos!

Haya
Hoja de roble aún verde, con tonos otoñales y cubierta de invierno...
La entrada al Faedo escondida detrás de las hayas
Este puente no levadizo, nos abre las puertas a un mundo mágico
El Faedo
Sólo un@s poc@s privilegiad@s pudimos ver este espectáculo.
Y caminar por él.
Fagus, el haya con nombre propio, cumplió 500 años.
Aunque poco agraciada, Haeda es una bruja buena...
me da que las malas lenguas envidiosas siempre se ceban con ellas.
Una más.
Después de muchas, muchas fotos, el hayedo se termina... y el valle se encajona, son la Hoces del Villar
Aquí dimos la opción de quien quisiera, pudiera volver a Ciñera.
El camino se encarama en los peredones.
Este primer tramo está asegurado con pasamanos.
Los mineros que vivían en Villar del Puerto
debían de atravesar las hoces sobre este puente de palos
Hoy hemos ganado en seguridad.
Para disfrutar de este espectáculo.
Con total tranquilidad.
El valle se vuelve a abrir. El camino se ajusta a la ladera y se empina...
Pero nosotr@s felices
Despacito, sin prisa, superamos estas rampas...
Para obtener esta recompensa.
Ya estamos en lo más alto
Maravilla
Villar del Puerto
Cementerio
Buena nevada.
Buenas vistas.
Extraña mezcla
Volvemos por la carretera, totalmente limpia de nieve, a La Vid
La niebla nos priva de las extraordinarias vistas
Formación geológica denominada La Pedrosa.
Otro poquito de sol.
 La carretera que es nuestra inquietud, sigue limpia.
En la ladera en penumbra, mira al norte, tenemos un buen hayedo.
En la soleada, crece un encinar. En medio, un bosque de ribera.
La Vid
Un día como hoy, mejor comer al calor de un bar.
Como el viaje es largo y nos sobraba algo de tiempo, una visita a León,
a su Catedral y sus andamios...
...su Plaza Mayor...
...y su Barrio Húmedo
Buen día, hasta para algún futbolero.
Las máquinas de pipas, ¡qué buenos recuerdos de la niñez!
¡Hasta la próxima aventura!


Aquí tenéis las fotografías de Paco

Hoy también se ha animado Eduardo

Nunca fallan las de José Luis




11 comentarios:

  1. Nos dice Paco:
    Buenas. si no hay problemas de acceso en las carreteras, será una combinación perfecta ver los hayedos nevados… ¡qué gran oportunidad se nos brinda….! el frío es totalmente superable y llevadero…

    Un saludo

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  2. Ante nuestra zozobra e indecisión, Paco se nos pone estupendo y nos dice:
    pisar la nieve en vez de agua, ver nevar en vez de llover, contemplar maravillas que ocasionalmente la naturaleza nos brinda como el colorido del otoño nevado, están por encima la psicosis sociales que nos inculcan los medios informativos con tantas alarmas que no dejan de ser estados naturales en las diferentes épocas del año

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  3. Nos dice Pepi:
    Es un auténtico placer pertenecer a vuestro equipo...qué puedo decir que no se haya dicho ya...con rutas como ésta...es imposible no estar enamorada de nuestra madre naturaleza...gracias por colaborar a que mis sentimientos por las montañas,bosques ,sendas...se magnifiquen

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  4. Aún en mi retina y en mi ánimo los mil colores de los que pudimos disfrutar el domingo... grises, amarillos, verdes, blancos!!! Gracias por no haber cambiado los planes. Hasta pronto!

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  5. Preciosidad de día, de ruta, de paisajes y una gente maravillosa y estupendísima.
    Muchas gracias a todos!!!

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  6. Muchisimas gracias por el día que disfrutamos todos. Incluso con nieve,fue una maravilla que nos regaló la naturaleza.

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  7. Con cierto retraso, pues los medios informáticos a mi alcance se fundieron estos días de atrás, quiero daros las gracias a Inés y Eduardo por otro maravilloso día con los Deboteros y la ruta diseñada por vosotros. Gracias por dejarme acompañaros, siempre un placer compartir camino, comida y bebida, además de un honor.
    Gracias.

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  8. La experiencia fue estupenda, gracias mil a los orgsnizadores.
    En conjunto, completo y magnífico reportaje. Gracias a los fotógrafos

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  9. Muchas gracias por enviármelo a mi correo personal. He disfrutado mucho viendo vuestras fotos y vuestras caras de felicidad. Lástima que mi vida haya dado un fuerte giro que me impide acompañaros. Las fotos preciosas. Enhorabuena, porque habéis podido disfrutar de la nieve. Me habéis puesto los "dientes largos".

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  10. Nos dice Mercedes:
    muchas gracias por ese día irrepetible.

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